Recuerdos de ayer por la tarde

(Artículo de opinión publicado en Diario de Salamanca el 8/11/2012):
Cada día más jóvenes en nuestro país piensan que su primera oportunidad laboral pasa por salir fuera de España, claro ejemplo de que las políticas económicas aplicadas en las últimas décadas han sido un rotundo fracaso. Pero no todo es achacable a la clase dirigente, también los ciudadanos, la sociedad en su conjunto, hemos construido una estructura vital insostenible.

El modelo económico de un país no se construye de la noche a la mañana, de ello somos conscientes hoy en día en nuestro país. Pero si para algo sirven las crisis, es para darse cuenta no únicamente de que estamos haciendo mal las cosas, sino de que nunca las hicimos bien en otro muchos aspectos. Se abren periodos colectivos de reflexión, y aun algo más importante, nadie duda de que todo puede ser cambiado o modificado.

Pero socialmente ésta sigue siendo la España de siempre, y en fondo todo continúa igual. Intentamos conquistar el objetivo de crecer y crear empleo, de salir del problema, pero para eso tenemos que intervenir y actuar, erradicar lo que nos ha lastrado durante todo este tiempo. Esto último es algo, sin duda, difícil de conseguir.

Este es un país donde hasta hace dos días la universidad, la educación, no era ni de lejos el foco de atención, a nadie le importaba si se invertía o no en investigación, si la tasa de fracaso escolar era escandalosamente alta, si los índices de ausentismo escolar eran alto o no…, ahora, frente a la necesidad, nacen las protestas continuas, día sí y día también. Mientras antes nos preocupaban cosas tales como tener dinero para escapar de vacaciones y tener un coche mejor que el de nuestro vecino, o que los jóvenes que no querían estudiar vivieran mejor que los que permanecían en el sistema educativo, hoy vemos que, todo lo que quisimos haber tenido, ya no lo podemos disfrutar. Consecuencia del abuso del presente y la poca inversión en nuestro futuro.

La defensa de la educación partía y parte de que los jóvenes encuentren en la formación académica en general, y en la universitaria en particular, una inversión que les garantice unas condiciones de vida, de desarrollo personal y profesional, por encima del que decide abandonar sus estudios. Este criterio no se dio nunca, tampoco ahora, por supuesto. Es fácil aun recordar cómo había adolescentes hasta hace pocos años trabajando en la construcción con un salario mayor que el de los becarios o los recién titulados. Eso no es apostar por la educación, eso es premiar a los que decidieron un camino sin esfuerzos y sacrificios. Hemos hecho pagar peaje a los que realmente quisieron asumir un reto mayor, aquellos que buscaban ser los mejores para con ellos y con la sociedad. Hemos creamos todo un sistema que ha ido en contra, paradójicamente, de todo lo que hoy muchos dicen querer defender. Y es que, como bien dice el refranero popular, no nos acordamos de Santa Bárbara hasta que no truena.

Tenemos un problema mucho mayor que la crisis económica, tenemos una crisis social y de valores, que aflora con más fuerza ahora, pero nunca dejó de existir.
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