Unificación por consenso

(Artículo de opinión publicado en Diario de Salamanca el 18/10/2012): http://diariodesalamanca.es/2012/10/18/unificacion-por-consenso)

Nadie escapa de los efectos de las circunstancias que actualmente nos rodean, que nos obligan a tomar decisiones, la Universidad española está también inmersa en ese contexto de grave situación económica y financiera, que deriva en último término en la mentalidad anticrisis de hacer más con menos. En este sentido va dirigida la propuesta de fusión entre facultades y departamentos, algo que no termina de convencer ni a decanos ni a directores de centro, que se oponen abiertamente a este tipo de planteamientos. Centros y departamentos de larga tradición histórica que se enfrentan a su peor batalla en los últimos años, dejar de existir, por tanto comenzar a convivir con otros, o continuar trabajando como hasta el momento. Rutinas, metodologías, proyectos, objetivos e intereses, en conclusión, planteamientos distintos que ahora están obligados a entenderse.

Bien decía nuestro Rector más célebre, Don Miguel de Unamuno, “procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado”, es mejor apostar por posturas de evolución que mantener actitudes de inmovilismo y de fracaso. Estamos nuevamente ante un reto que debemos de encarar, ser más eficientes con una estructura interna más austera.

Los cambios son difíciles de digerir, conllevan un proceso de concienciación, de convencimiento, y finalmente de voluntad. No parece que esas condiciones sen den en las actuales circunstancias, y eso es mucho más importante que la poderosa razón de los 1,8 millones de euros de posible ahorro. De esta reflexión me surge la pregunta ¿está la comunidad universitaria preparada para dar este paso?, yo creo, sinceramente, que no.

El argumento esgrimido en referencia al ahorro que supondría esta restructuración es sin duda apetecible, pero para que una idea tenga cabida, tiene que tener un objetivo más basado en la conquista del futuro que en la simple necesidad de los tiempos en los que vivimos, es una cuestión de ver las identidades que deben mantenerse y las que, por el contrario, deben perder el pulso de la independencia estructural y de gestión. Este debate abierto en la comunidad universitaria tiene que resolverse de manera tranquila y sosegada, escalonada, sin soluciones generalistas, sin el tan temido “café para todos”. Es necesario descender al detalle, las grandes obras no están formadas únicamente por trazos gordos, las pinceladas características hacen la calidad de la obra. 

Las circunstancias nos obligan a cambiar nuestro modelo organizativo, pero no a toda costa, cometemos un terrible error si no buscamos el aval de un consenso mayoritario, garantía de una cierta paz universitaria, necesaria para conformar un clima de trabajo que permita el fin último de todo esto, calidad educativa e investigadora, eficiencia en la gestión de nuestros escasos recursos y plena operatividad en nuestras unidades de gestión.

Busquemos una estructura universitaria exitosa y de futuro, porque nos dotará de una posición estratégica para afrontar lo que está por venir. Pero intentemos hacerlo de la mejor manera posible, a veces las buenas intenciones pierden su significado por culpa de las formas de llevarlas a la práctica.
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