611 años de vivencias y convivencia

(Artículo de opinión publicado en Diario de Salamanca el 11/10/2012): http://diariodesalamanca.es/2012/10/11/611-anos-de-vivencias-y-convivencia)

Camino del séptimo centenario de su fundación, el Colegio Mayor San Bartolomé, el Colegio decano de todos los mayores de Iberoamérica y Europa, mantiene sus vivencias y su convivencia. Entre aquellos primeros universitarios de capa parda y banda azul, moradores del antiguo Palacio de Anaya, hasta los actuales colegiales que comienzan a vivir sus primeros años de universidad, han pasado 611 años. Mucho han cambiado los colegios mayores desde entonces, en algunos casos para bien, en otros aspectos también para mal.

Muchos desconocen la riqueza de este tipo de centros universitarios, histórica, cultural, formativa, deportiva… Además, son los estudiantes más cercanos a las comunidad universitaria, los que viven entre los muros de esta institución ocho veces centenaria.

La historia de la Universidad por si misma es de larga trayectoria, siendo una de las cuatro más longevas del mundo, es por ello que otras muchas estructuras de relevancia dentro de la misma pasan desapercibidas.

Por el Colegio Mayor San Bartolomé han pasado ilustres de todos los tiempos, desde Gabriel de Cisneros a San Juan de Sahagún, Fernando Lázaro Carreter, Pedro Amat Muñoz o Rafael Calvo Ortega. Centenarios son sus años de vida como centenarias son las anécdotas, las tradiciones, los acontecimientos y las personas que han pasado por este emblemático centro universitario. Despojado durante unos años de su condición de Colegio Mayor y que recientemente recuperó, devolviéndole así su carácter y su valor.

En sus inicios el Mayor San Bartolomé suponía un foco de referencia para la formación, sus estancias se llenaban con los mejores estudiantes de la época, y tenía doble función, docente y de alojamiento.

Con el paso de los años se fue convirtiendo en el lugar de formación de los que posteriormente ocuparon altos cargos en el clero y en la corte: Obispos, arzobispos, consejeros reales, miembros del gobierno… La repercusión del Colegio en la vida social de la ciudad de Salamanca en siglos pasado era palpable.

De aquella primitiva organización, con vida religiosa incluida, hoy no queda más que las vivencias y la convivencia de un tiempo nuevo. Se perdió el aspecto académico y se mantuvo la oferta de alojamiento. También cambió su ubicación en dos ocasiones más, pero mantiene lo fundamental, el nexo de unión de todos estos siglos de permanencia, sus estudiantes, colegiales que continúan luciendo orgullosos los colores identificativos, el escudo de armas fundacional, perteneciente a Don Diego de Anaya, y que sobre todo tienen muy presente la libertad, la sabiduría, la justicia y el mérito, lema del histórico San Bartolomé.

Muestra de su peso y de su relevancia son las numerosas obras literarias o películas en las que se hace referencia al mismo, escenario fundamental para entender la vida universitaria de una ciudad de referencia en la educación superior. Porque existen instituciones que nacen para ser recordadas, que viven para escribir y crear historia. El Colegio San Bartolomé inicia una página más en su larga andadura, y ya son 611 de leyenda viva de la Universidad.
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