Todo cambia, pero a veces no para bien

Es una realidad que la sociedad en la que vivieron nuestros abuelos y en la cual nos desarrollamos nosotros ha cambiado mucho. En muchos terrenos la evolución es netamente beneficiosa, pero en otros, como en los valores éticos y sociales, ha recorrido el camino inverso.
Tal vez el problema sea que no hemos sabido diferenciar cuáles son las cosas que hay que conservar y cuáles hay que cambiar. Nuestros padres tuvieron una educación basada en el esfuerzo, en el sacrificio para obtener lo que deseaban. La convivencia familiar estaba basada en unas pautas de comportamiento, en la que había que respetar y acatar las decisiones de la autoridad paterna y materna. La familia era también el espacio del desarrollo emocional y educacional de los hijos. Nuestros abuelos tuvieron una vida seguramente menos acomodada a la que nosotros tenemos hoy por hoy, y unos hábitos de consumo muy diferentes a los nuestros, acordes con el desarrollo de la época que les tocó vivir.
Hay una gran preocupación por la pérdida de valores en la juventud actual. Una queja constante de que los valores trascendentales que movían a las antiguas generaciones ya no motivan a las nuevas, y que éstas se rigen por valores superficiales, mundanos y a corto plazo.
Los valores humanos son los pilares sobre los que el hombre ha erigido su convivencia en comunidad; estos surgen de necesidades y demandas concretas de cada sociedad para cada periodo histórico-social determinado. La quiebra o ausencia de estos valores puede sumir a los sujetos en un vacío existencial, que suele ser la fuente de diversos trastornos, como el alcoholismo, la drogadicción, vandalismo callejero... entre otros. Todos estos trastornos sociales conllevan actitudes que atentan contra todos los cánones de convivencia.
La palabra "light" se puso de moda en Estados Unidos hacia los años ochenta de la mano de los gimnasios. Pronto llegó a Europa y se extendió por todo el mundo... 
Lo "light" lleva un mensaje muy claro: todo ligero, suave, a su gusto, liviano, débil, rebajado, reducido en su contenido. Así es el nuevo prototipo de ser humano de la sociedad actual. Se trata de una persona indiferente, que no se aferra a nada que no sea el dinero, el poder, el éxito, el triunfo, el narcisismo o el pasarlo bien como máximo objetivo sin restricciones. 
El ciudadano de hoy en día ya no tiene ideales. Eso sí, quiere mucha información, leer muchos periódicos y revistas para saber qué está pasando. Pero esa información no la usa para ser una mejor persona, más completa y humana. Se trata tan solo de recibir noticias y aparentar estar al día, no hay nada de reflexión en esto. 
¿Cuáles son las características del hombre light?, se pueden agrupar en cuatro ingredientes principales:
1- Hedonista: solo busca el placer, el disfrutar de la vida sin importar el precio o la forma.
2- Consumista: lo esencial es tener y no ser, cuadra bien aquí aquel dicho: "tanto tienes tanto vales". El ideal del consumo no tiene límites más que el reemplazo de unos objetos por otros cada vez mejores. Todo invita al deseo compulsivo de comprar. Hoy en día el acceso a todo tipo de deseos esta al alcance de todos los jóvenes sin necesidad de sacrificio.
3- Permisivo: los niños cuando son pequeños comienzan a forjar su personalidad y adquieren las conductas en las que luego se basarán toda su vida. No hay prohibiciones ni limitaciones. Los progenitores no están con sus hijos en estas etapas de crecimiento, entre otros motivos los laborales. Se crean por tanto "los niños llave". Los padres y la referencia familiar de antaño ahora son cuestionadas. Los padres desisten de educar a sus hijos y se pierde la comunicación en la familia. Los hijos buscan en sus amistades los referentes de comportamiento que antes encontraban en la familia. Se aterriza así en un ambiente totalmente relajado, no hay control y por tanto no se miden las consecuencias, no hay conciencia de cómo se puede afectar a terceras personas.
4- Relativista: Hijo natural de la permisividad. Todo es bueno o malo dependiendo del punto de vista. 
Por tanto, el hombre light se desliza por una rampa tejida por el hedonismo, el consumismo, la permisividad y el relativismo, todo lo cual lleva a una experiencia de vacío singular. Porque teniendo casi todo no se es feliz. Estamos ante una persona que cada vez tiene más fachada y menos fondo.
 
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