La montaña rusa del mercado de trabajo

(Artículo de opinión publicado en Diario de Salamanca el 22/11/2012): http://diariodesalamanca.es/2012/11/22/la-montana-rusa-del-mercado-del-trabajo/

¡Qué importante es hablar de formación complementaria en los tiempos en los que vivimos!, que aunque nunca debió dejar de ser prioritaria para el futuro de nuestros jóvenes, sí que se había diluido entre años de bonanza y crecimiento de la economía.
En este país hemos hablado mucho de inserción profesional, de empleabilidad y hasta de autoempleo. Pedagogía de escaparate, pero sin resultados reales. Ahora, cuando España destruye empleo sin freno alguno, nos damos cuenta de la necesidad de diferenciarnos como oferentes de mano de obra en los mercados de trabajo.
El trabajador pone a disposición del mundo laboral su formación, sus destrezas, sus cualidades, en definitiva, su saber hacer. Es fundamental por tanto la diferenciación para la contratación. Algo que únicamente se consigue mediante un proyecto claro de vida profesional. No vale la formación por la formación, sino mejorar y reforzar aquellos aspectos que signifiquen la eliminación de rivales en el acceso a una determinada función laboral.
Tenemos un mercado de trabajo muy sensible a los ajustes. Este país se caracteriza por la creación masiva de empleo en los ciclos positivos de la economía, pero también por unos fuertes ajustes en este campo en las épocas de crisis. Tal vez una de las consecuencias, no la única, del fuerte peso que han tenido ciertos sectores que empleaban a ciudadanos con baja cualificación, perfil difícilmente reubicable en otros ámbitos productivos.
Otro de los problemas que ha tenido que enfrontar nuestra economía en las últimas décadas, es la absorción de miles y miles de titulados universitarios, fácil en época de ciclo positivo, donde ya dijimos antes que el mercado español crea mucho empleo, pero un verdadero drama de exilio, de “fuga de cerebros”, cuando entramos en decrecimiento. Tenemos muy cerca todavía la dictadura y la transición, momentos donde el acceso a la universidad era muy restringido, lo que hacía que hubiese un alto grado empleabilidad. En los años 80 España se conectaba al mundo, se democratizaba y se abría a la globalización. Empezaba el milagro español, y con él la demanda emergente de mano de obra cualificada que respondiera a las necesidades de un parking empresarial cada vez más potente, con más proyección y con amplias pretensiones de internacionalización. El ciclo asume una clase media trabajadora cada vez más abultada.
Con la universalidad de la educación, la mejora de los accesos a la misma, un derecho ciudadano y una conquista social, se produce en España la epidemia de la titulitis, ya no vale con tener una, dos o incluso tres titulaciones. En lugar de diferenciarnos en vertical queremos hacerlo en horizontal. Otro gran error de la mentalidad española.
Por último, otra de las grandes meteduras de pata de este país, la conciencia social. Para tener éxito en la vida los padres quieren a sus hijos en la universidad, se crea la conciencia colectiva de que todo lo demás supone un fracaso educacional de los progenitores. España comienza a demandar mano de obra no universitaria del exterior, nos convertimos en un país de acogida. Esto, unido a la pujanza del sector servicios, nos lleva inevitablemente a emplear a ciudadanos de alta cualificación en puesto de trabajo por debajo de sus expectativas. Estamos ante una sobrecualificación de la población, en un momento donde la economía ya no asume más empleo. Cada vez hay más trabajadores cualificados y más universitarios.
La actual crisis ha hecho saltar todo por los aires, los problemas de abuso y desproporcionalidad que siempre tuvimos se han acrecentado, se han recrudecido y están ahora más latentes que nunca. Es el momento de plantear políticas laborales serias y de futuro.
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