100 días de un gobierno reformista y comprometido con el futuro

El ejecutivo encabezado por el Presidente, Mariano Rajoy, cumple 100 días al frente de las responsabilidades de gobierno. Este es el plazo normalmente aceptado para hacer unas primeras valoraciones sobre la acción llevada por el propio Presidente y sus Ministros. Digo normalmente porque en todo este tiempo no han parado las críticas constantes y hasta la celebración de una huelga general. 

Las actuaciones realizadas por los responsables de los diferentes ministerios han puesto de manifiesto todo lo que no hizo el anterior gobierno. Se han anunciado la puesta en marcha de multitud de medidas, la mayor reforma integral de la corta historia democrática de nuestro país. 

Los ciudadanos se han encontrado con un gobierno que es realista con la situación heredada, y que no tiene ni complejos ni temores a la hora de hacerla frente. El 30 de diciembre de 2011, el gobierno anunciaba una desviación presupuestaria muy superior a la prevista, situaban el déficit en torno al 8%. Nada de lo que les dijeron sus predecesores era cierto, se daban de bruces con la realidad. Empezaron entonces las medidas para taponar la hemorragia que sufrían las cuentas públicas, aquellas primeras decisiones se han visto implementadas cada viernes en los Consejos de Ministros. Hemos visto desfilar a todos los ministros explicando las profundas reformas que se estaban aprobando en cada una de las áreas de las cuales son responsables. 


Estamos ante un gobierno puramente reformista, que no ha parado de anunciar medidas desde su entrada en la Moncloa, y que transmiten de manera conjunta y continua el firme compromiso de no vacilar ante los problemas de nuestro país. Lo que da lugar a una confianza creciente por parte de los inversores internacionales y también de los socios europeos con los que compartimos moneda. Porque la confianza no es una simple cuestión de imagen.

Europa exige cambios a España, las tímidas reformas del Sr Zapatero no son suficientes, hay que poner nombres a los problemas y encararlos con determinación. Bruselas no quiere en España una situación como la de Grecia, porque eso llevaría a que el viejo continente fuese directamente al precipicio.

Frente a un gobierno que cumple con su deber tenemos a una oposición política y social que busca el inmovilismo, el parapetarse en las calles, la crítica destructiva y el mantenimiento de los viejos preceptos que no funcionaron, los mismos que nos llevaron a como estamos ahora. Que los representantes sindicales en España están politizados no es una cuestión a discutir, basta con conocer la historia de estas organizaciones, así como su modo de proceder con los diferentes gobiernos y situaciones. 

El Gobierno Zapatero tuvo siete años libres de presiones y huelgas, pese a que las medidas adoptadas en los últimos meses de su segunda legislatura iban encaminadas por la misma senda marcada ahora por Rajoy, aunque tímidamente, para no hipotecar en demasía las elecciones generales anticipadas. El Sr Zapatero intentaba conjugar esto con evitar una intervención y una quiebra económica del país, cuestión que le haría perder la confianza de los ciudadanos tanto o más que aplicando las medidas que el Partido Popular reivindicaba cuando era oposición. Por tanto, aquellos que antes estaban encontrados ahora se manifiestan juntos por las calles. El PSOE, que fue el pirómano de toda la situación actual, se enmascara ahora como bombero. Aquellos que no lograron un acuerdo con la patronal y los sindicatos, son los mismos que se lo reclaman ahora al gobierno de Rajoy. 

Ustedes comparen, la actividad legislativa frenética del actual ejecutivo, con la desazón y el abatimiento del último gobierno del Sr Zapatero. No únicamente en temas económicos, prioritarios en las circunstancias actuales, sino también en aspectos de conformación de un sistema educativo y sanitario eficiente a la par que sostenible, una justicia accesible, dinámica, apolítica y pegada a la realidad. Una cascada de reformas que buscan desde la estabilidad financiera y la austeridad en las administraciones públicas del Estado, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, a la transparencia de los representantes públicos, pasando por  la creación de una economía competitiva, generadora de empleos, de iniciativas empresariales y atractiva para las inversiones. También pretenden culminar en los próximos meses la reforma energética, aprobar las ayudas a pymes y emprendedores, así como meter la tijera en las duplicidades de la administración. 

Otras medidas fuera del ámbito financiero y económico son la lucha contra el terrorismo, donde existe una contundente respuesta por parte del Ministro del Ramo, Jorge Fernández Díaz: "Nunca, jamás, vamos a negociar con una organización terrorista". Las centradas en la política agraria comunitaria, en la Ley de Costas, en la gestión de recursos hídricos y en las energías renovables forman parte de la agenda diaria del Ministro Arias Cañete. Acorde con la situación económica del país se encuentran los proyectos en infraestructuras, donde pese a todo la Ministra de Fomento, Ana Pastor, ha promovido la elaboración de un ambicioso Plan de Inversiones en Infraestructuras, Transporte y Vivienda, un instrumento clave de planificación y posterior ejecución de infraestructuras.

Estamos ante un gobierno que agota la vía del diálogo, como ha ocurrido con la reforma laboral, pero que tiene como objetivo la recuperación económica y la viabilidad del bienestar social, por encima de la irresponsabilidad de los agentes sociales y de algunos grupos de la oposición. Los enfrentamientos políticos, ideológicos, estratégicos y con fines poco legítimos no están en la agenda del gobierno. Sí en cambio verán la luz próximamente los Presupuestos Generales del Estado, el Ejecutivo de Rajoy ha anunciado que se van a recortar 27.300 millones de euros para lograr el objetivo de déficit del 5,3% para este año prometido a Bruselas.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble, considera que la huelga general del 29 de marzo no tuvo «bastante apoyo» como para que el Gobierno español suspenda el programa de reformas y ajustes reflejados en los Presupuestos Generales de 2012 que, a su juicio, son «necesarios» para España y el resto de la zona euro y «van en la buena dirección». 
España logró también el visto bueno del ministro francés de Economía, François Baroin. «Tenemos confianza en el Gobierno español. Tiene una auténtica determinación para cumplir los objetivos y, en particular, para volver a un nivel de déficit del 3%».

Estamos en el buen camino para recuperar la credibilidad de España como Marca en los mercados internacionales, hemos emprendido ya el duro camino que nos llevará a engancharnos al tren del futuro, a las posiciones que nunca debimos de haber perdido.
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