Prometí hace tiempo no volver a dirigir ni un solo artículo más a la banda de sanguinarios de ETA, no quiero hacerles ningún tipo de propaganda, porque entre otras cosas ellos viven de eso, de que nos acordemos de ellos, de sentirse importantes y valorados, aunque sea negativamente. Por ello la indiferencia mediática debe ser la actitud de los demócratas. Pero no menos cierto es que están aconteciendo coqueteos dignos de reseñar entre el gobierno y los diferentes brazos políticos de la banda. Las marcas blancas que han creado los etarras, Sortu y Bildu, son lo que han sido siempre, asesinos que solo a través de la violencia buscan justificar una ideología caduca y alejada de la sociedad española y europea. Los ciudadanos españoles no debemos consentir a nuestro gobierno que tiemble ni un solo segundo a la hora de impedir con todos sus medios que, los sanguinarios de la banda terrorista ETA, consigan entrar en las instituciones y financiar con dinero público sus derramamientos de sangre.
No existe ninguna otra manera de acabar con el sufrimiento que la derrota de ETA y sus secuaces, no existe otra salida que la claudicación de la banda y el cumplimiento íntegro de las condenas, porque se lo debemos a las víctimas, que respetuosamente han aguardado a que la justicia sea la que ponga a cada uno en su sitio. Ellas son las que deben salir enaltecidas de esta lucha. Se lo debemos a tantos y tantos que a lo largo de las últimas décadas han sido asesinados por defender la libertad en el País Vasco, entre ellos nuestro compañero de partido y miembro de Nuevas Generaciones Miguel Ángel Blanco. Mártires de la democracia que no cometieron otro "delito" que luchar por la paz y sus ideales políticos.
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