¿Cómo un señor como Ignacio Fernández Toxo, que representa a los trabajadores como coordinador general de CCOO, puede tener unos ingresos anuales de 114.000€? Esta pregunta se la estarán haciendo miles de ciudadanos en este país.
Pero la desvergüenza de los representantes de los trabajadores llega más lejos, porque Toxo habría solicitado un ático de protección oficial y se lo habrían concedido.
Los sindicatos en España cada vez están más alejados de a quienes representan, por lo tanto están perdiendo su razón de ser, su credibilidad y la supuesta independencia ideológica que nunca tuvieron. Sería muy demagógico apuntar solo al señor Toxo como un hipócrita que dice defender a los trabajadores cuando el vive mejor que muchos empresarios de este país, para ser justo me acordaré de todos aquellos sindicalistas liberados, que no defienden a sus compañeros por convicción, sino por negocio y lucro personal, ya que obtienen su sueldo de forma diferente al resto de sus compañeros, por lo tanto no pueden comprender de primera mano los verdaderos problemas que tienen éstos. Los sindicalistas luchan no por mantener sus derechos, más bien por consolidar y salvaguardar sus privilegios. Son la nueva clase acomodada del país, y defienden a los trabajadores de tarde en tarde, cuando peligra su bienestar y el poder vivir del cuento sin dar palo al agua.
Estoy totalmente de acuerdo con reconocer a los sindicatos como una pieza importante en el juego democrático, como defensores de los derechos sociales, pero en ningún caso podré defender aquellos que perfilan su estrategia dependiendo de quién esté en el gobierno.
Dos años y más de cuatro millones de desempleados después, los sindicatos han tomado posiciones con tímidas protestas y con huelgas de escaso seguimiento. Y es que la politización de los que dicen defender a la clase obrera de este país es clara y evidente. Pese al recorte de derechos sociales por parte del gobierno, han decidido convocar una huelga general el mismo día que hay convocadas manifestaciones en todos los países de la Unión Europea. Una forma más de tener sumo cuidado de protagonizar una crítica abierta y contundente contra el gobierno de Zapatero, intentando desviar las críticas de los ciudadanos fuera de nuestras fronteras, con la excusa recurrente de la crisis global, o planetaria como le gusta decir a la señora Pajín. Y es que el gobierno y los sindicatos son el mismo perro pero con distinto collar. Esto unido al espectáculo con el que el señor Zapatero nos entretiene para meternos la mano en el bolsillo, ya que ha establecido el debate sobre el Estado de la Nación el día siguiente de la final del Mundial de Fútbol, nos da una idea del país de pan y circo que estos mal llamados progresistas nos tienen montado.
Lo curioso de los sindicatos en España es que solo se sienten atacados cuando quienes gobiernan son de derechas. Aunque los ciudadanos, que tontos no somos, para prueba la cada vez mayor dificultad que tienen los sindicatos para movilizar a los trabajadores a la huelga, tenemos una mayor desafección hacía los que dicen representarnos. Aunque no se puede esperar nada de unas organizaciones sindicales que son hermanas de IU y del PSOE, unas plataformas que en su día fueron el nido de los que saltaron a la escena política, agitadores de votos en elecciones y con un sesgo ideológico muy determinado. Los sindicatos en España se están cavando su propia tumba, mientras tanto a sus dirigentes solo les interesa seguir enchufados, con una vida muy diferente de aquellos a quienes deberían proteger, los trabajadores reales, los que día a día acuden a sus puestos de trabajo.
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