BECARIOS POR ESTAFA Y AYUDAS SIN CONCEPTO


Este curso 2009/2010 tuve la oportunidad de pertenecer al jurado de selección de becarios del distrito universitario de Salamanca, de las becas del ministerio. En esta convocatoria resolvimos muchos casos que verdaderamente eran un drama familiar y personal del solicitante. A muchos de ellos se les denegó la beca para el presente curso, pese a que moralmente eran grandes merecedores. Cuando iba escuchando caso por caso me preguntaba cuantos beneficiarios reciben sin merecer y cuantos justos se quedan sin recibir. Pero no hace falta ser miembro de un jurado para ver lo que hay a nuestro alrededor. Todos conocemos personas que no declaran el total de sus ingresos, unidades familiares donde trabaja más de un miembro y que solo constan los ingresos del titular, mucho dinero que se mueve a espaldas de la Agencia Tributaria, y que además son beneficiados con becas.
Nuestro país debe hacer una profunda reflexión sobre el sistema actual de ayudas al estudio. El argumento de que una beca es un cheque sin concepto, que te regala el Estado, debe dejar de ser la piedra angular de nuestro pensamiento social. Una beca es, como su propio apellido indica, una ayuda para facilitar el acceso a la educación de aquellas capas de la sociedad que no dispongan de los ingresos suficientes como para hacerse cargo del pago íntegro de los estudios de sus hijos. Pero esto desgraciadamente no es así, por el camino se nos cuelan defraudadores al fisco, candidatos que engañan y falsean sus datos, otros que maquillan sus circunstancias familiares... Pero el problema de nuestro sistema de becas no es solamente aquellos a los que se les concede sin merecerlo, sino que una parte de ellas no son dedicadas a los menesteres para los que se crearon, de hay mi reflexión de que son un cheque sin concepto. ¿Por qué no se les obliga a justificar debidamente hasta el último céntimo de lo que el Estado les ha aportado?. Cuando son becas préstamos entiendo, que al tener obligación de devolverlas, el destinatario puede estar, en cierto sentido, más legitimado para emplearlo en lo que considere, pero cuando es una beca, es decir una subvención sin devolución, el Estado debería obligar a sus beneficiarios a justificar posteriormente donde fue empleado cada euro.
Nuestra sociedad debe de ser intolerante con todos aquellos que son beneficiarios de una beca sin realmente merecerlo, también con los que dedican este dinero a consumirlo en aquellos caprichos que no son precisamente parte de su formación académica.
Vivimos en un país donde la picaresca siempre fue un sello de identidad, donde aquel que consigue ser astuto y engañar es felicitado, todo lo contrario ocurre en centro Europa, donde los que tratan de engañar al Estado son socialmente castigados, tratados de personas insolidarias con sus conciudadanos, una actitud de rebeldía contra el que pervierte los mecanismos de igualdad de oportunidades.
En realidad el sistema de becas en muchos casos es un premio a aquel que consiguió defraudar al fisco y ocultar sus ganancias reales. Nuestro país no puede permitir que el dinero de todos caiga en manos de aquellos que no contribuyen, y en segundo lugar en aquellos que no lo merecen.
La dureza en los castigos, para aquellos que incurran en fraude fiscal y tengan como agravante el enriquecimiento por ser beneficiarios de ayudas estatales al estudio, debería de ser ejemplarizante y persuasiva, mientras tanto estamos fomentado una injusticia social.
Existen numerosas formas de poner coto a la estafa al erario público, no os aburriré más detallando las mismas, pero os animo a que dejéis vuestros comentarios anónimos, seguro que tendréis una postura meditada sobre esta problemática. Imprimir artículo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón del mundo Javi. A mi me han tenido sin becas muchos años y solo con el pretexto de ser hijo único.