NO AL SILENCIO Y A LA JUSTIFICACIÓN

Ayer, escuché por enésima vez una justificación a la pederastia dentro del seno de la Iglesia Católica, pero una vez más me quedé esperando una condena rotunda y contundente por parte del sacerdote, que en su homilía de Jueves Santo, emitió estos comentarios. Homilía en la que manifestó que todo este escándalo dentro del catolicismo, más mediático que real, correspondía a un 5% de los casos de pederastia que se llevan a cabo en el mundo y concluyó con que era una forma de persecución a la Iglesia.
No entro a valorar si son pocos o muchos, significativos o no, solo que tienen que recibir una condena ejemplarizante, un castigo a la altura de sus actos, que reconstituya la dignidad de las víctimas.
Yo que me declaro Católico practicante, una vez más me he dado cuenta de que la jerarquía de la Iglesia es gremialista, que confunden el condenar las injusticias con mostrar debilidad y falta de cohesión interna. Me produce profunda tristeza que la Iglesia no tenga unas palabras de aliento y de apoyo a todas aquellas víctima que fueron apartadas de su juventud y adolescencia, a las cuales les destruyeron la infancia y a los que la Iglesia vuelve a maltratar simplemente por proteger a los miembros de su gremio. Como Católico espero que la Iglesia condene de manera tajante y sin paliativos estos abusos, tal y como lo haría Jesús de Nazaret, si uno de esos menores fuese violentado siendo él consciente: "dejad que los niños se acerquen a mí", dice la biblia.
La Iglesia, como institución humana, tiene gravísimos errores, pero por lealtad a todos aquellos que desarrollan una extraordinaria labor en favor de los demás, ayudando a los más desasistidos y necesitados de la sociedad, aunque solo fuera por ellos debería ser implacables e intolerantes con este tipo de delitos.
Para exigir primero hay que mostrarse como ejemplo, para pedir antes hay que dar. La humildad, el remordimiento, el reconocer que esto es una barbaridad incuestionable, son pasos necesarios para la depuración de responsabilidades.
Es difícil mostrase como creyente en estos tiempos que corren, aun así muchos somos los que lo hacemos sin complejos, pero ante este tipo de noticias la sociedad quiere respuestas y nosotros, los creyentes, no podemos dárselas, porque simplemente no existe un respuesta medianamente justificable y correcta, salvo el perdón, el arrepentimiento, la condena y la toma de medidas. En cambio, con su actitud la Iglesia esta cogiendo el camino paralelo al de la sociedad, alejándose aun más si cabe de ella. Los jóvenes son el recambio, la mirada hacia el futuro, y es difícil ofrecerles una Iglesia atractiva, moderna y vanguardista (difícil de imaginar para los que la conocemos), cuando ni los que vivimos en ella comprendemos ciertas actuaciones.
Quiero romper un lanza por tantas y tantos que entendieron lo que era sacrificarse humana y espiritualmente por el servicio a los demás, hay miles y miles de sacerdotes, seglares, monjas, monjes, misioneros... Que entendieron cual era su llamada y la ejercitan honradamente, con los cuales la sociedad moderna esta en deuda. Ellos son los que desde dentro tienen que mover la pesada maquinaria del cambio, la evolución dentro de la institución, removiendo a la humillación pública, al repudio, a aquellos que ensucian la buena labor de todos aquellos, que a lo largo de la historia, dedicaron su vida a la causa de Cristo. Imprimir artículo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de Acuerdo, y eso donde se aprende y cómo se lleva a termino...

Anónimo dijo...

No podría estar más de acuerdo. Un post brillante javi.

http://sochicsocool.blogspot.com

Javier Martín dijo...

Enhorabuena, un buen post, sí señor.