España no se vende

Hoy hemos desayunado con dos noticias que bien merecen una opinión al respecto, entre otras razones porque no dejan de ser ambas una intentona de prostituir las leyes españolas. Por un lado el objetivo irrenunciable de bordear la ley del Sr Adelson y su Eurovegas, y por otro el desafío independentista de Cataluña, con el anuncio del título de una película de ciencia ficción, el acuerdo sobre la famosa pregunta que una consulta inexistente tendría en caso de celebrarse. A eso han dedicado todos sus esfuerzos una parte de la clase política catalana, a la construcción de una pesadilla imposible, un viaje del terror en el que quieren convencer a los ciudadanos de que existen los unicornios. Al Sr Mas se le olvida que un gobernante está para solucionar los problemas, no para crearlos, y estar fuera de la Unión Europea, de la zona Euro, de la OTAN… No es un sueño idílico, es un despertar entre tinieblas.

Que nuestro país esté en una dura crisis económica, independientemente de las diferentes valoraciones sobre la recuperación de la misma, no significa que España esté en venta, no todo vale. El Estado de derecho garantiza la igualdad y el interés general, por tanto ni "Las Vegas" europea, que es un proyecto empresarial como tantos otros, ni Cataluña, una Comunidad Autónoma más dentro del territorio español, deben estar por encima de la ley.

Se hace fácil y apetecible en una sociedad tan castigada por el desempleo, entre otros muchos factores, el refugiarse en falsos espejismos sostenidos por profetas como el señor Adelson o Artur Mas. Aquel se alza como el adalid de la recuperación, impulsando el empleo, y este último como el libertador de la maltratada Cataluña. Pero la postura debe ser firme, España no se vende a los chantajes. No hay mayor respuesta que las leyes, fruto de las instituciones democráticas de las que nos hemos dotado para decidir en libertad, sin presiones interesadas de ningún tipo.

La reputación de un país se mide por este tipo de decisiones, no podemos poner alfombra roja a imposiciones empresariales que atentan contra el derecho comunitario y distorsionan la libre competencia, proposiciones tan deshonrosas como aplicar una rebaja a la carta del impuesto sobre el juego o el establecimiento de una indemnización en caso de que un cambio futuro de normativa alterara la perspectiva de beneficios. 

Como bien dice el refranero español, no hay mal que cien años dure, y de esta saldremos, seguro, pero los posibles efectos de una arbitrariedad legal es algo que un país democrático y de derecho no se puede permitir, no podemos aceptar que vengan a reformarnos nuestras normas por la puerta de atrás, amparados en la imperiosa necesidad de salir como sea y a costa de lo que sea de esta situación económica que vivimos. España necesita liderar proyectos empresariales de futuro, apoyar mucho más a los emprendedores y la formación en cultura emprendedora, facilitar el asentamiento de empresas con un marco normativo estable y competitivo, fomentar la investigación como fuente de creación de iniciativas innovadoras,… En definitiva, propiciar un entorno favorable para el nacimiento de oportunidades. Así sí se gana el futuro, así sí se vence a la crisis.
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